¿Mi terreno o el que quiero tiene los datos correctos?
- Panamá Property Law
- 15 sept 2020
- 3 Min. de lectura
Esta es una pregunta que alguna vez se ha hecho el que tiene una propiedad inmueble, incluso el que pretende adquirirla. Tiende a cuestionarse si la casa que compró o piensa comprar para residir, si el terreno de campo o de playa en donde planea levantar unas mejoras, o la finca en donde mantiene o piensa iniciar un negocio comercial, industrial, tecnológico o agrario, es realmente un terreno que cuenta con todos sus datos en orden.

Muchas veces, por urgencia o por emoción, suscribimos contratos por los cuales se adquiere una propiedad sin antes detenerse a revisar los datos inscritos en el Registro Público, ni mucho menos nos ponemos a pensar en la información que concierne a las medidas, ubicación, colindancias, entre otros. Es casi un acto de fe, de mucha confianza, la compra que hacemos del terreno y la disposición que luego se hace de él. Dirá alguien que solo basta con trasladarse al lugar y verificar con los propios ojos cómo está dividida la propiedad con relación a otros predios, su forma y ubicación, y listo. En buena medida puede resultar así. Pero ¿de verdad estamos seguros que no habrá sorpresas?
Los terrenos pueden presentar circunstancias especiales (ej., ríos, quebradas; áreas boscosas; servidumbres; antigüedad; calidad o método del levantamiento del plano) que merecen ser conocidas por sus dueños o adquirentes. No han sido pocos los casos de personas a las que, aun después de muchos años de ejercicio de la propiedad, alguien le disputa parte de su terreno, argumentando aspectos limítrofes. En otras ocasiones, se da cuenta que debe o está pagando impuesto de inmueble —que en el fondo se calcula por metros cuadrados— sobre una totalidad que no corresponde, sino que resulta inferior. Tampoco han sido pocos los casos de títulos sobre títulos de propiedad, o los casos de terrenos afectados originalmente o con posterioridad con una limitación particular (ej., uso y dominio público; áreas protegidas; anchos de servidumbre, etc.). Todas estas cosas, cuando le toca vivirlo, resultan no menos que frustrantes y, también, atemorizantes.
La razón de esto obedece al poco o nulo interés del Estado en concluir el proyecto de integración de la información catastral con la registral, pese a ser un mandato legal desde el año 2010. Países de la región con aproximada similar población y de economías de menor tamaño, ya cuentan con estos sistemas. En dichos lugares (caso de Costa Rica y Uruguay), una simple consulta vía web, por cualquier persona, le permite acceder a los datos de la propiedad escogida o de interés y encontrar desplegada ahí información relacionada con el plano (principalmente su posicionamiento geográfico), su valor y demás elementos jurídicos de la propiedad actual y sus orígenes y todo el tracto sucesivo. De hecho, producto del catastro efectivo por ellos realizado y conservado, es posible conocer si el determinado bien mantiene o no imprecisiones técnicas que deban ser solucionadas. Más importante aún: si usted desea obtener una certificación de todos y cada uno de estos datos, lo puede obtener mediante una certificación oficial de la entidad encargada, que por lo regular es una sola.
En Panamá, nada de eso es posible, por lo menos no con toda esa expectativa. ¿Y lo que hay es veraz? No es posible asegurarlo. Como mucho, se podrá tener información dispersa, principalmente de tipo jurídico, proveniente del Registro Público. Pero en lo relativo a la parte geométrica y geodésica de la finca, es más impredecible, sobre todo cuando es muy antigua y no ha tenido ninguna operación.
Si a lo anterior le sumamos que el origen de las tierras proviene de una adjudicación hecha por parte del Estado, en tiempos en que el control de calidad en la aprobación de plano era aún menor, la duda puede aumentar. Por alguna razón existe una norma legal, desde inicio de los años sesenta, en la que el Estado declaraba no ser responsable del carácter baldío de las tierras que llegará a adjudicar. Esto quiere decir, ni más ni menos, que bien podría haber otorgado un título de propiedad el cual recayera sobre uno anterior (más viejo), debido a la inexistencia —en aquellos tiempos algo muy comprensible— de un sistema de información geográfico catastral en función.
Entonces, ¿cómo podríamos estar seguro de los datos de nuestro terreno? Solo investigando.
Si deseas conocer la condición jurídica y técnica de la propiedad inmueble que posees o pretendes adquirir, ya sea para vivir, vacacionar o recreación, o para dedicarlo a algún proyecto de negocio, grande o pequeño, en Panama Property Law tenemos el equipo que podrá dedicarte el tiempo para una orientación o realizar un trabajo investigativo que disipe tus dudas y te dé la confianza necesaria para la más acertada toma de decisión.
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